miércoles, 20 de diciembre de 2017

6años tenía cuando la orden de la luz me separó de mi familia. Tenía el brillo en los ojos que me enlazaba con el divino y nuestro líder, Oráculo, me adoptó y me enseño. Pero esa vida me la eligieron sin preguntarme y yo preferí, cuando probé el suave tacto terciopelado del pecho de una mujer que mu vida debía ser diferente. No tendría más de 15 años cuando a los días de congregarme como moje rojo me sentencian al destierro por separarme de los votos por desovediente.
Mi rumbo estaba perdido y la guerra de Nivenia contra Lagaser retumbó en los cuatro puntos del mapa. Y Sevi como tamborilero en las tropas de thir a favor de Lagaser.

Hija de arquero y con un sueño más a haya de la armería familiar. Me jure a mi misma que debía ser la mejor soldado de mi tierra y por ello entrena en las cuadras de mi casa, con las armas que fabricaba mi padre. Al cumplir la edad para que sea aceptada en el ejército. Ingrese pasando las pruebas con honores. La guerra había acabado pero Nivenia debía extendiendose hasta el orizonte.
En esa época yo era una niña comparada con los demás soldados. Y fui cuando vi al gran teniente de Nivenia, asesino de dragones lo llamaban por los caído en Lagaser por culpa de su espada. Salaman  el mayor soldado que tubo nunca Nivenia ni la casa real. Y yo debía ser mejor que él.

Los tambores tronaban y las flechas surcaban el cielo como si gotas de lluvia fueran. La tierra se tintaba de sangre y los hombre rezaban para ver el sol un día más. No llegamos a Lagaser las tropas de Nivenia nos encontraron antes y el estandarte del exterminador de dragones nos hiba a devorar. Me escondí entre los muertos. Y desde allí veía a mis concamaradas caer.
Alguien me levanto del suelo y me miraba con los ojos ensangrentado en sangre. En su brazo portaba el brazalete de thir y me gritaba traidor por esconderme mientras los demás luchaban. Sabía que significaba eso. Si sobrevivirámos a esta batalla yo sería juzgado y ejecutado por traición. Saque mi espada y el de una estocada me desarmó, pero su objetivo cambió, miraba al teniente Niveniano que despaldas nuestra observaba nuestras muertes. El thiriano me empujó y corrió para acabar con el exterminador de dragones, pero yo decidí que debía salir con vida. Agarre mi cuchillo y lo lancé dejando que solo el destino lo hiciera volar hacia mi mejor camino. Si era la muerte, tendría que aceptarla. Y el cuchillo se clavó, dando muerte al soldado thiriano. No supe que había hecho hasta que los ojos saltones de Salaman me miraban. Se acercó a mi. Me puso su capa y me susurro con su voz ronca, huye y vive si es que no te mata esta asquerosa tierra.

Mi carrera subía como la espuma de mar, era la mejor, la más diestra con el arco, pero un bache de ojos azules y pelo rubia como el oro se cruzo en mi camino. Enuhé, la hija de nuestro rey. Una niña caprichosa que hacía lo imposible para dejar en evidencia a la casa real. Robaba en los mercados y destrozaba la estatuas de su padre. El rey harto de su comportamiento buscó una guardaespaldas que la metiera en cintura, y me nombró su guardaespaldas o como yo lo veo la niñera de la princesa. Mi carrera militar se fue a la mierda.
Al paso del tiempo comprendí lo que ella veía y lo que descubriría.
En una de sus escapadas por el castillo, Enuhé dio con la torre más alta y de alguien que vivía allí. El preso aseguraba que era el hijo del rey, que Salaman se lo había asegurado y que no podía salir por su enfermedad. La historia no era creíble, el rey no tenía un hijo varón pero en su historia nombraba a Salaman. Fue lo primero que Le pregunté al teniente en cuanto lo vi. Él salía de la sala del trono después de tener una audiencia con el rey. Ya no tenía el brazalete de Nivenia en su brazo, había dejado los días de soldado por alguna razón. El solo me contestó el futuro de Nivenia se tambalea por culpa de un rey que heredó el apellido por nuestra reina. Por eso nuestro rey no quiere admitir que su hijo es el verdadero rey, pues su trono y todo el poder de Nivenia lo perdería en cuanto el pueblo lo sepa.

Y así comienza la historia. Los lazos de estos personajes se enredan. El amor, la muerte las batallas, la mano de los dioses y el cambio de tiempo. De Nivenia a Lagaser, de Lagaser a New York, Londres y Madrid. La muerte de Sachen, las lágrimas de fausto, la rivalidad inmortal de un padre y un hijo. Nivenianos, Lagasianos, dioses, humanos, brujas y demonios. Religión y política. La incertidumbre de quien mató a Rita y porque Crover vive o Salaman pierde la cordura. Todo eso se explica en la creación de una nueva orden. La orden más antigua que el mismísimo reino de Nivenia la orden de la hermandad de los hijos del pajaro de fuego.

Presentación

Todo comenzó en una frontera. Donde no sólo se separaba dos formas de vida diferentes sino también dos razas con las mayores diferencias que pueden separar a la humanidad.
En esa frontera había una una granja humilde, donde un matrimonio de un jubilado soldado de thir y su esposa adoptaron en tiempos de guerra a un niño extranjero.
Los años pasaron y el niño se hizo hombre. Y este es uno los protagonistas el cual se llama Cirux. Y digo uno de los protagonistas por que en el reino contrario. En el reino más próspero de la época, lugar de la raza con dos almas, una humana y otra animal, vive, por decirlo de alguna manera, nuestro otro protagonista. Fausto Loud, hijo legítimo del trono de Nivenia, pero este no era riqueza lo que Le rodeaba, la diferencia de la vida entre la de Cirux y la de fausto.
Fausto vivió toda su infancia encerrado en una torre por la deformidad de sus ojos, pupilas felinas que mostraban que su alma animal estaba a flor de piel.
Encerrado uno, libre en el campo el otro.
Pero todo esto se puede leer en el primer libro. Pero lo que hoy sabréis es algo que nunca podríais haber leído. Como la vida de otras personas se enlazan sin darse cuenta, por unos motivos o por codicia. Se crea la maraña que sólo queda aceptar la vida y seguir hacia delante con los baches del mundo.

Contaremos la historia de Crover. Un ladrón e inteligente ex monje de la luz que fue expulsado de la orden por su adicción a las mujeres y el alcohol.

Y Sachén, una orgullosa niveniana, guardaespaldas de la princesa.

lunes, 23 de enero de 2017

 Pasado de…
Johnson





- Tenemos que asumir que estamos arruinados. Todos los caminos son callejones sin salida. - Comentó mi compañero Hamed. Él era uno de los mejores arqueólogos que había conocido, su intuición estaba bien arraigada con la experiencia. Habíamos pasado estos últimos años en la investigación de una civilización pasada que además nadie conocía.
Todo comenzó con unas pinturas encontradas en una cueva en Toulouse. Seres mitad humanos y animales. Ya habíamos visto cosas así y autores libros y conocidos arqueólogos de prestigio, hablaban de esas pinturas como la representación del miedo. Pero ellos no vieron esa cueva. Las pinturas representaban a un mismo ser. Era como una ofrenda o representación de lo que fue. Enfrascados en el descubrimiento de la cámara conseguimos lo que nunca se había conseguido. Habíamos dado con un esqueleto imposible. Su cráneo presentaba cuernos y dientes afilados. No parecía un demonio si no era más bien como representaban las pinturas. Un hombre-toro murió aquí y este ambiente había conservado aun lo que queda de su cuerpo. A ese cuerpo le pusimos de nombre Minos. Un diminutivo de minotauro.
- Necesitamos más tiempo para dar con aquella civilización. No ha podido desaparecer sin más.
- Para necesitar más tiempo necesitamos fondos. ¿Quién te va a dar los fondos necesarios para seguir con tu investigación? Olvídalo por ahora. Vete a casa y duerme un poco.- Sugirió mi amigo y se marchó.
            No sabía qué hacer. Llevaba razón Hamed. ¿Cómo conseguir los fondos necesarios para seguir? Miré las fotos que tenía en el ordenador sobre la cueva de Toulouse. Abrí mi bloc de notas y miré. Todas mis anotaciones eran conjeturas que parecían alejarse de la realidad. Monstruos. Animales inteligentes. ¿Qué fue de ellos? Habíamos encontrado junto al esqueleto de Minos, material nunca antes visto. ¿Quizás sean extraterrestres que vinieron hace miles de años? De ser así ¿Quién los eliminó? No creo que los humanos de la esa época tuviera las tecnologías necesarias para acabar con una invasión alienígena. Mis ideas eran ilógicas para un profesor de New York. Si se enteraran mis colegas del oficio pronto mi prestigio caería en picado y los pocos fondos que conseguimos de la universidad los perderíamos.
            Sonó mi teléfono. El número que reflejaba la pantalla era desconocido. Por las horas que eran no podría ser de la universidad ni de mi hermano. Él solía llamarme desde la base al medio día, sino tenía que hacer ninguna de sus misiones. Descolgué.
            - Diga.
            - Profesor Johnson soy Enuhé. -Me dijo su voz.
            - Y ¿Qué quiere? -No estaba para encuestas telefónicas.
            - Mi equipo y yo estamos interesados en su investigación. Estamos al tanto de todo y sabemos que su departamento no precisa de los fondos necesarios.- No podía creer lo que estaba escuchando. No sabía quiénes eran y parecían estar dispuestos a darme lo que necesitaba. Seguro que es obra de Hamed.
<<Hamed, maldito viejo. ¡Que callado lo tenías!>>
            - ¿Me está proponiendo una subvención?- pregunté para no parecer desesperado.
            - Le estoy proponiendo los fondos que necesite. Seguro que en cuanto comience la excavación necesitará pagar a los trabajadores y formar un equipo de investigación mucho más competente. Diga una cifra y se le ingresará de inmediato.
            - Señora, parece demasiado bueno todo esto. Espero que no se moleste por lo que voy a decir pero no confío en usted.- Una mujer que llama a las doce de la noche y que me ofrece una subvención sin límites. Eso parece más bien a un trato con el diablo.
            - Dicho así… parece que le estoy regalando el dinero. Pero a decir verdad usted se lo está ganando. Solo le pedimos discreción sobre nosotros y cuando consiga lo que busque esperamos ser los primero en ver los resultados. ¿Ahora por qué no mira el dinero que tiene metido en su cuenta?    
            Estaba congelado. No sabía bien qué hacer con tantas sorpresas juntas. ¿Sería verdad lo que me estaba contando? Mientras escuchaba su voz cliqueaba y entré en mi cuenta personal del banco. La cifra que reflejaba parecía una broma. Acababan de ingresarme más de cien millones de dólares. El origen era desconocido. Pero yo sabía que venía de ella. Enuhé.
            - ¿Cómo me pongo en contacto con vosotros? Le pregunté sin dejar de mirar mi cuenta corriente.
            - Solo debes buscar el Zorro dorado. Es nuestro símbolo.- Se calló un momento y desde el auricular se escuchaba como manejaba papeles o algo por el estilo.- En un par de días una de nuestra organización llegará a su despacho. Se llama María. Ella te entregará un sobre con información clave para el desarrollo. Espero que esta relación que ahora hemos formado nos sea de provecho para ambos. Gracias y buenas noches.
            Sería verdad lo que me había contado esta mujer. La conversación era muy extraña. Todo el dinero que me hiciera falta para la investigación y solo me pedía a cambio discreción. Normalmente cuando alguien ofrece un dinero para una investigación quieren una publicidad. Ellos no.
            A los dos días, ya casi se me había olvidado de lo hablado aquella noche, apareció una chica. Tenía el pelo oscuro y a la altura de los hombros. Piel morena y con acento europeo. Se presentó como María ayudante y miembro del Zorro dorado. Fue cuando entendía que esto no era un sueño o una broma. Esta chica se había molestado en venir hasta mí portando un grueso sobre de color marrón. En ese sobre estaba la información que me haría famoso. Quizás tendría la ubicación de la civilización de Minos.
            No cuidé mis modales y deje que mi pasión cogiera inmediatamente el sobre. María sonrió como si supiera mi reacción. Lo abrí con ansias y saque su contenido. Un taco de folios con información, un disco y una tarjeta con el símbolo del Zorro dorado y mi nombre en el reverso. Me senté en mi escritorio y observé esos documentos. Era increíble lo que contenía. Ubicación exacta de las ruinas de una ciudad nunca antes nombrada por libros de historia. Economía de esa ciudad, religiones y sobre todo un sinfín de leyendas de las habilidades de los habitantes de Nivenia. Así parecía llamarse aquella ciudad. Lo tenía todo. Solo tenía que desplazarme hasta allí y comenzar las excavaciones. El descubrimiento de estas ruinas haría cambiar todos los libros de historia y yo sería el nuevo Cristóbal Colón de Nivenia. El premio Novel me esperaría.
            Seguí leyendo y en la última hoja descubrí lo insólito. Parecía que cerca del desierto del Sáhara podría caber la posibilidad de que dos individuos de Nivenia quedasen congelados. Una imagen satélite mostraba temperaturas por debajo a cero. Según este documento seguían allí. Una nota escrita a mano pedía, que las primeras excavaciones de mi investigación tendría que ser el de encontrar estos individuos. Entonces me imaginé con ellos. Si los encontraba, podría ver tal y como eran en realidad. Sus rostros congelados, sus cuerpos y todas sus facetas que nos diferencia de ser un humano a un Niveniano.
            - María, ¿Trabajarás conmigo? Le pregunté.
            - Sí señor.
            - Pues comienza haciendo las maletas, nos vamos al Sáhara.     



TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR EL AUTOR, DAVID PRIETO 

domingo, 21 de junio de 2015

Pasado de Erick Loud



Pasado de…
Erick Loud





            Cristales oscurecidos por el fuego y vapores que ahogaban mis pulmones, era lo que me esperaba en mi futuro. El hijo de un alquimista no puede aspirar nada más que aprender el oficio. A pesar del incalculable conocimiento que despedían las estanterías de mi padre, yo no era apto para comenzar a estudiarlo. Mi trabajo no era estar junto a mi padre y sus pócimas. Sino de sacarle de la taberna cuando se desplomaba por la ingesta de alcohol. Recibía innumerables palizas por intentar que sus cobradores no le mataran.
            Vivíamos en una casa que amenazaba con desplomarse. Una cama en donde él dormía, mientras que yo lo hacía en el suelo junto a la chimenea. Debía de estar siempre encendida o las cremas se cuartearían y si eso ocurría mi espalda sufriría el mismo destino siendo golpeado con su bastón. El prestigioso Kranius, le llamaban, mas solo era un borracho que se gastaba hasta la  última moneda en hidromiel y prostitutas.
            - Trae el comino. Ordenó
            << ¿Comino para la poción? Esto sí que es nuevo.>>
            Mis comentarios siempre eran reservados para mi yo interior. Si alguna vez se me ocurría opinar sobre cómo preparar una de sus pócimas siempre me hacía recordar cual es mi puesto. Hijo y esclavo del alquimista de Nivenia.
            - Esto le dará sabor. Lanzó su comentario al aire como de costumbre.
            La puerta tronó y sabía perfectamente de quien se trataba. Era uno de los cobradores de la taberna que venía a llevarse lo que le corresponde. Mi padre no hizo caso y siguió con su trabajo. Se le veía nervioso pues el tiempo se le acababa. Había trabajado cinco largos años para esa pócima la cual no tenía ni la menor idea de su utilidad.
            Comenzó con la condensación y con su resultado ya habríamos acabado. No podía resistirme a sonreír, al fin una pócima acabada. Eso quería decir que esa noche íbamos a comer caliente y no sobras de los vecinos.
            - Escucha, ¿Me estas escuchando? Me preguntó sosteniendo el bote de cristal. – Solo queda un último ingrediente la sangre de una persona muy especial. ¡Mírame cuando te hablo! Me sujetó la cara con fuerza.
            - ¿Quieres que la termine yo? Le pregunté dudando si había hecho bien en hablar.
            - Yo no podré hacerlo. Debes ir a palacio y allí estará el invitado del rey. Haz que su sangre se mezcle con la pócima y tráemela. ¿Te has enterado?
            << ¿Por qué debo hacerlo? Si me pillan seré ejecutado>>
            - Y Después ¿Qué? ¿Se acabará esta situación? Le señalé a la puerta intentando demostrar que nuestra vida era la más precaria de todo el reino. Bueno nuestra no, la mía.
            - ¡Lárgate! Me ordenó entregándome el frasco. Después sostuvo su bastón amenazándome.
            Era un plan una orden que estaba seguro que me llevaría a la muerte. Pero ese destino era mucho mejor que estar siempre bajo las órdenes de él. Deseaba día tras día que no se vuelva a despertar con el nuevo alba.
            Salté por la ventana, no estaba muy alta solo a medio metro de altura. Corrí por la calle principal. Sinceramente me sentía libre por primera vez. No por que corriera a la luz de la luna, sino porque había decidido hacerlo para acabar con esto. Morir era una bendición que deseaba con todas mis fuerzas. Maldigo a los dioses por haberme dado esta cruel vida. ¿Por qué no he nacido en una familia más apoderada? Estaba bajo sus órdenes las que me habían llevado a dirigirme a toda prisa a palacio. Pero mi decisión de morir no era infundida por él.
            Con los primeros rayos del sol me topé con la majestuosa construcción. El palacio de Nivenia y sus gigantescas torres. El soldado me miraba. La escultura de los antiguos reyes, observando desde la fachada.
            <<¿Estás seguro que quieres morir? Continúa con la poción y pruébala. Si te mata habrás conseguido lo que querías>> otra vez esa voz en mi interior. Sabía que mi parte animal, la superviviente, era la que hablaba. ¿Quizás lleve razón? Si la poción es tan importante debía de probarla.
            Corrí, adentrándome en el palacio. El soldado me seguía con sus pesadas armaduras. Yo era más ágil que todos los soldados de Nivenia. Ya se le había demostrado en el mercado numerosas veces. Subí instintivamente la escaleras y crucé pasillos. Miré un segundo hacia atrás y ya no era un soldado sino tres. Mientras me perseguían gritaban dando la alerta.
            << Sigue el pasillo y gira a la derecha>>
            Seguía las indicaciones de mi alma animal. Era mi as de la manga. Tener dentro de uno mismo las habilidades de una rata. Era ventajoso. Siempre menosprecian a la rata.
            << Esta en la cuarta puerta>>
            Entré sin llamar, los guardias me seguían y cerré. Puse una silla contra la entrada y lo vi. Estaba en la cama. Sus cabellos dorados y sus ojos azules. Estaba asustado, no parece valiente, ni guerrero y mucho menos un héroe. Solo era un acomodado invitado del rey. El cuál iba a tomar por matrimonio a la princesa. Iba ser el nuevo rey de Nivenia. Menudo destino nos esperaba con él. La puerta era golpeada con fuerza por los soldados. No tenía mucho tiempo.
            - ¿Qué pretendes hacer? Dijo asustado en su cama. Tendría mi misma edad.
            No paré a explicaciones. Miré a mí alrededor y vi un candil de cristal apagado. Lo tire al suelo y recogí uno de los cristales. Su cara reflejaba el temor por su vida. <<Pobre niño rico>>. Sujeté su mano izquierda y le corté. Su grito era desmesurado por minucia de la herida. Quizás yo esté más acostumbrado por cómo me había tratado la vida.
            Las gotas de su real sangre se mezcló en la cristalina pócima. Esta se tornó en negro. Un color que explicaba la peligrosidad de beberla. Entre los golpes de la puerta por los guardias que continuaban sin saciar y mis propios latidos. No pensé más en lo que estaba dispuesto a realizar. La muerte o los efectos de esta opción. Bebí.
            No ocurrió nada de inmediato. Pero sentía algo que cambiaba en mi interior.
<< Si. Siento el poder. ¡Menudo poder! La Rata se hace León. Temed.>> curiosa su comentario. Pero lo sentí. Primero una enorme descarga eléctrica, una fuerte pinzamiento en el estómago. ¡Me estaba matando! Mis huesos crujían y se deformaban. Mi espalda curvada por haber dormido toda mi vida en el suelo, se enderezaba. Los callos de mis manos desaparecían. Mis músculos crecían. Miré al niño rico y él parecía que también le ocurría lo mismo.
            Sus ojos azules ahora eran marrones. Sus cabellos dorados en morenos. Su rostro cambiaba poco a poco. Y su cuerpo se encogía perdiendo su musculatura y su porte noble. Lo comprendí, su cuerpo era el mío y el yo ahora era él. Yo me había convertido en él. Me miré en el espejo y lo no ví la rata de la calle sino un apuesto príncipe que iba ser rey. Eso lo que necesitaba para volver a creer en mi existencia. Solo quedaba una cosa que hacer. Acabar con todo lo que me recordaba lo que fui.
            Con el cristal en mi mano le rebané la garganta. El no dirá nunca quien fue o es. Me desnudé y me tapé con la manta de la cama. Abrí la puerta y dejé entrar a los soldados.
            - ¡Mi señor! Dijo uno de ellos cuando vio a esa rata muerta.
            - Lleváoslo. La próxima vez espero que no tenga que ocuparme de estos intrusos o sufriréis mi ira en la plaza de la ciudad. 
            Arrastraron el cadáver y cerraron la puerta tras irse. Me miré en el espejo y me contemple una vez más. Era hermoso. No solo una nueva vida me esperaba, También un reino.
            <<Príncipe Loud. Erick Loud. Dueño y señor de las vidas de este reino. Aplastaré con todo lo que me hizo caer algún día. No habrá pobreza. Este reino será orgulloso y rico. Conquistaré el mundo y seremos respetados.>>
            - Claro, eso haremos. Le contesté al nuevo León de mi interior.        

viernes, 8 de mayo de 2015

Busco una hostoria



Busco una historia


 


Desorientado y frustrado, son unas de las palabras que definen la mayor parte de mi vida. Un escritor que sueña ganarse la vida con la historia que podría marcar un hito en los lectores de este siglo. Una aspiración que se me quedaba demasiada lejana para pararse a pensar o si quiera imaginar. Por ahora, debía encontrar esa historia.
                Quería escribir ficción. Una novela de esas que te traslada a otro mundo y te hace desear con todas tus fuerzas poder vivir junto al protagonista, pero mi imaginación era pobre. Lo que en realidad se me daba bien era indagar poniendo en peligro mi vida si fuera necesario. Ser un especie de investigador buscando la historia perfecta, pero nunca  la conseguía. Siempre se quedaba en… decepción, por mi parte. Siempre me costaba comenzar y enfrentarme al folio en blanco ¿Falta de inspiración? No lo creía. Siempre tenía la historia junto con su final, pero el comienzo siempre me decepcionaba.  Se perfectamente como funciona este mundo. La editorial y el editor de turno que intentaba leer tu manuscrito para valorar si interesaba sacarlo a la luz. Los primeros capítulos debían ser impactantes, desgarradores y frustrantes con la intención de que enganche al lector y no pueda pensar en otra cosa que leer tu novela.
                Paseo con frecuencia en busca de lo que algunos compañeros del gremio llaman “inspiración”, absurdo.  Como dijo Federico Gracia Lorca “La inspiración no se busca, se trabaja para que no te abandone”.  Le era fácil decir tal cosa, nadie le iba a discutir a uno de los grandes, que la inspiración no es una amante que debes cortejar con frecuencia para que no te abandone dejándote sin nada. Por ello, paseo. Recorro las calles observando a la gente. Miro sus caras estresadas para llevar su vida a un estatus mejor o al menos mantenerlo. Odio sus vidas. Necesito una copa.
                El “Gloria” es el bar que frecuento para ahogar mi mal humor. Es uno de los antros más oscuros y más antiguos de la ciudad. Se llamaba de esta forma por la fundadora de los años veinte, ahora lo llevaba Sonia una chica con la misma experiencia en poner una copa que un perro tocando la flauta. Sus habilidades eran equiparables a su maltrato a los clientes.
                - Anís para el frío.
                - No son las doce, ¿Sabes que eso signo de alcoholismo?- Se burló a la vez que me insultaba.
                - ¿Qué más te da? Mientras te pague, lléname un vaso.- Sonia se me quedó mirando con sus ojos azules y tras suspirar llenó un vaso de chupito con wiski. – He pedido Anís.
                - Creo que necesitas el Wiski más que el Anís.- Siempre hacía lo mismo. Creía ser una especie de vidente con sus clientes. Se orgullecía diciendo que ella sabía mejor que nadie lo que necesitaban. Una gilipollez como una casa. Me lo bebí sin más.- ¿Qué te pasa hoy? Quizás te pueda ayudar.
                - Necesito algo que tú no me puedes dar.- me miró extrañamente y me dejó solo. Cogió el periódico y comenzó a leerlo. No me hablaba y necesitaba, más que el Wiski, que las palabras salieran de mi boca aunque fueran insultos. El ser humano es un ser sociable aunque sea un lobo devorador de lobos.
                Me autorrellené el vaso de wiski. La botella estaba a mi lado y no quería llamarle la atención a Sonia. Parecía tener peor humor que yo. Entonces fue cuando lo vi. Un artículo en el periódico que leía la camarera. Se trataba de un caso sin resorber que cumplía diez años desde que sucedió. La policía era incapaz de saber quién fue el culpable. El asesinato de un hombre en la plaza de la catedral. Había leído algo sobre eso en su día. Aquel asesinato tenía tantos cabos sueltos que nadie supo cómo indagar. Tres hipótesis volaban siempre entre el asesinado y el verdugo.
La primera era que el aquel hombre tenía problemas con la bebida y se calló al suelo muriendo en el acto. Pero no me encajaba tal cosa. Aquel hombre se encontraba desnudo, con su ropa doblada y dentro de un círculo, perfectamente dibujado, de excrementos de paloma.  Por ello nos llevaba a la segunda hipótesis.  Un juego de rol que se fue de las manos. No me llamaba la atención tal cosa. Estaba seguro que fue esa idea fue infundada por el pánico de la ignorancia sobre tales juegos. Pero la tercera hipótesis podría ser una buena baza para comenzar mi historia. Aquella muerte fue comparada con la muerte del famoso libro de Dam Brow y especialistas en sociedades secretas culparon sin ningún pudor a “La Hermandad Del Gorrión”.  Era la historia perfecta y ahora que todo el rastro estaba frío como un tempano. Era el momento de demostrar mis dotes de investigación. Debía encontrar el asesino y crear la historia del momento o al menos mostrar al mundo que es lo sucedió ese  13 de Julio de 2006 en la ciudad de Jaén.

miércoles, 22 de abril de 2015

Cuenta la leyenda





Cuenta la leyenda,
Que en un día de tormenta,
Un hombre malvado
A una princesa había apresado.

Cuenta la leyenda,
Que al guerrero formidable
Un envidioso mago,
Había hechizado.
“ Con cada muerte,
Que tu espada segue,
Un trozo de armadura,
Te abandone.”
Ella apenada y cautiva,
Deseaba que la puerta no se abra,
Pues solo ver la sombra del opresor
Su cuerpo temblaba de terror.
“Mía serás y mi esposa te convertirás

Tres soldados en el camino
Le quieren asaltar,
Zigzag su espada voló
Y a los soldados pudo matar.
Dos trozos de armadura,
Se desprendieron al segar,
Tal y como había dicho el mago
Con sus palabras al hechizar.
Pero fueron dos y no tres,
Como debía ser,
Eso quería decir
Que uno se resistía a morir.
Se acercó a él sin miedo.
“¿Quién os manda?
Mi señor de este reino.”

Las sirvientas llegaron
El vestido mostraron
Dos días quedaban para la boda
Si nadie lo remendaba,
Él conseguirá lo que soñaba.

Cansado y polvoriento,
A la ciudad del reino llegó,
“una cerveza y una cama,
Para que mañana pueda hacer volar mi espada.”
En el cuarto junto a la oscuridad
Unos ojos pudo vislumbrar,
Alguien lo observaba
Y un arma escuchó sesear.
Un asesino del rey
Lo quiere matar
Sus golpes pudo esquivar,
Sus puños certeros,
A su rival hizo tambalear.
Esto era personal,
Mañana debía acabar.

Las campanas sonaron,
Tintinearon el día anunciado.
Plumas blancas en su cintura
Y seda cubría su figura.
El día soñado podría ser
Para niñas y cualquier mujer
Pero la princesa mas que una novia
Una reo parecía en aquel dichoso día.
Cien soldados custodiaban el lugar.
Y aquel maldito hombre en el altar.
Palomas soltaron
Que sobre ellos volaron
En el patio de armas 
Su cruel destino se iba a celebrar.

Con el sol a la espalada,
El guerrero entró
En el patio de armas
Rodeado de cien espadas
Su coraje agrandó
Ella vio a su salvador
Y la mano de opresor la sujetó
 Uno, dos y tres con la espada,
Los soldados caían a la vez.
Ahora su cuerpo sin armadura
Sangrara por doquier.
Él sabía que la muerte encontraría,
Desde que aquella noche fría
El mago por crueldad y malicia,
Al guerrero condenó.
Ella de un tirón
De la mano del secuestrador.
Se soltó.
Corrió escalera abajo,
Y vio el yermo cuerpo.
Su sangre tiñó el vestido,
Y sus ojos se abrieron,
Al no comprender lo que había visto.
Aquel hombre sin armadura
Luchó aunque su muerte era segura.
¿Qué fue a lo que llevó
A un hombre actuar con tal valentía?
Y era no poseer nada que valía.
La princesa cogió la espada,
Y dando un corte en la brisa,
Ella murió con una sonrisa.

Cuenta la leyenda,
Que allí en el otro mundo.
Al fin se conocieron,
Que un roce y un beso
En paz quedaron.