viernes, 18 de julio de 2014


Pasado de…
Marcus Thrifoder






        Después de ver como los hombres a los que conoces, mueren por una causa en donde los más poderosos solo tienen poder para evitarlo, la mentalidad de cómo va a ser tu vida a partir de ese momento cambia para siempre. La guerra de Lagaser había sido suficiente para enseñarme a vivir sin estar bajo el yugo de las leyes de ningún noble. Nací en Thir y justo antes de ir a la guerra me comprometí con la hija del curtidor.
            Miraba la puerta de nuestra provisional casa. En el barrio de los mercaderes. Donde los animales y otras alimañas vivían en comunidad. Blanca me estaría esperando dentro junto a sus padres y hermanas. Hubiera golpeado la puerta con fuerza y con ganas de ver su cara, a no ser, porque tenía algo entre mis brazos. Un pequeño, único superviviente de los habitantes de Lagaser. Tuvo suerte de que lo encontrara cuando nos disponíamos a regresar. Junto a un río, el niño lloraba desconsolado. Su madre yacía muerta junto a él. Varias flechas atravesaron su cuerpo, con el que protegió al pequeño. Si no fuera por los berridos de su hijo, nunca los hubiéramos encontrado. Lo sujeté en mi regazo y lo examiné para cerciorarme de que estaba sano. Aún recuerdo esas palabras justo antes de morir. “Cuídalo, pues es el único dragón de este cruel mundo. Se llama Círux y es el heredero de Lagaser.” La voz de aquella madre que había abandonado toda esperanza de vivir, me pedía que cuidase de su hijo. Al principio me asustó, no esperaba que aun estuviera viva. Pero poco después su mirada quedó hueca como un cascarón. Había muerto protegiendo a su hijo y me había dado lo más importante de ella. Su hijo que ahora era el mío.
            Ese día decidí dejar atrás los días de guerra y la espada. Con lo ganado en mis servicios de sargento de Thir podría empezar una nueva vida. Sembrar una tierra y vender en los mercados. Pero necesitaría alguien que me ayudara a cuidar de Círux.
            Llamé a la puerta y sin esperar a que alguien abriera entré sin permiso. Blanca, su padre y sus hermanas estaban junto al fuego. Sus caras de sorpresa supuse que no me esperaban hasta dentro de unos días. Debía de ser así, pero decidí adelantarme al grupo por el bien del pequeño. En el campamento no teníamos nada que darle excepto vino y algo de cordero. Sabía que la familia de Blanca, al ser curtidores de cuero, tenían animales en el corral. Esperaba que alguno de sus animales pueda facilitarme leche para el crío. Blanca se acercó a mí y no miró mi cara, sino directamente miró al niño. Círux siempre ha sido un niño especial. Sus cabellos dorados como los rayos del sol, los ojos grandes y claros, sus manitas intentando cogerlo todo. Blanca no tardó en enamorarse de él.
            - ¿De dónde ha salido este niño? Dijo mi prometida mientras lo acunaba en sus brazos.
            No podía contar que era Lagasiano o su tierna vida correría peligro. Así que inventé una nueva historia.
            - Es el hijo de uno de mis soldados. Él murió y su esposa ha abandonado al crío. Se llama Círux.
            - ¿No estarás mintiendo? Preguntó el padre de Blanca. Era un hombre robusto y desconfiado. A veces parecía más amable con sus animales que con las personas de su alrededor.  – No sería la primera vez que escucho historias de soldados que se acuestan con rameras y las deja preñadas.
            - Señor solo tengo una vida y pienso usarla para amar a su hija. No piense que soy como los demás hombres de ahí fuera. Le contesté señalando la puerta, refiriéndome a las alimañas que vivían en Thir.- He ganado suficiente para poder comprar un terreno y poder comenzar una vida. Por eso me gustaría que diese su bendición para comenzar los preparativos de la boda. Quizás sonaba precipitado. A Blanca le conocía de poco. Pero sentía que era la mujer de mi vida. Sabía que ella me amaba y juntos criaremos a Círux como si fuera sangre de nuestra sangre.

            Comenzaba una nueva vida en la que ahora tengo una familia. Seré un gran padre y amaré a mi esposa. Viviremos al margen de cualquier familia noble, pues no quiero que ninguna tenga el poder de manejar nuestras vidas. Sé que Círux es un Lagasiano pero para cuando se entere, yo ya habré muerto. Nunca se lo diremos y así el podrá llevar una vida normal. Sin cargas innecesarias. Además Nivenia está muy cerca, si se enterasen que él es el último dragón, nos colgarían a todos. Pero percibo un buen futuro para nosotros tres. Yo se lo aseguraré pues yo soy el padre y debo proteger a mi familia. 


TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR EL AUTOR, DAVID PRIETO.  

4 comentarios:

  1. Que bonito relato, de entrega y amor, me ha emocionado esta historia

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Gracias, Marga. comentarios como los tuyos me hace seguir.

      Eliminar
  2. No hay nada como la historia de un padre que asume su papel con la naturalidad de Marcus. Adorable :) (Por cierto, la foto es la imagen mas bonita que he visto en todo el día)

    ResponderEliminar
  3. Me gusta mucho cómo escribes, y la historia me ha dejado con ganas de leer más sobre tu mundo.

    ResponderEliminar