sábado, 25 de octubre de 2014

Se acabó el juego
(Tercera Parte, Balam)



            Desde que salí de casa supe que esta noche iba a ser algo complicada. No podía dejar de pensar en el por qué el señor del séptimo infierno buscaba con tanto ímpetu aquel medallón. ¿Qué tenía de importante un trozo de oro?
            Mis divagaciones me llevaron a la entrada de un pequeño museo. Cerrado por las altas horas pero todas las pistas de esa valkiria me llevaban allí. Esperé en la puerta, sentado en la escalinata, mientras veía a las pocas parejas pasear de la mano. Estaba siendo una espera aburrida pero sabía que esa tía iba a venir en cualquier momento. Ya me estaba quedando dormido con mi cigarro apunto de quemarme los dedos, cuando la vi. Una chica que no resaltaría por su belleza pero con unos rasgos que insinuaba una personalidad peculiar. Morena con ojos grandes, delgada y con la altura perfecta para una noche loca. Yo sabía que tenía un problema, no podía dejar de pensar en el sexo con aquella mujer. Comprendí que eso es uno de los dones de las valkirias. Te ciegan con esa luz, apresándote y cuando quieres acordarte de lo peligrosa que es, ya estabas muerto. Aquel tipo de mujeres era asesinas a sueldo y muy profesionales.
            - Buenas noches. – Ella no contestó y siguió mirando las ventanas de aquel oscuro edificio. - ¿Vienes a por el medallón?- Sabía que era la valkiria y no quise andarme por las ramas. Sus ojos se clavaron en los míos, sentí su frialdad y su fuerza.
            - ¿tú también lo buscas? – Dijo ella. Yo le sonreí afirmando. Me puse en pie y me preparé para lo que yo llamaba un baile nocturno, que no es ni más ni menos que una lucha sangrienta y acabaría con su cabeza en mi mano. Pobre, ella era tan bonita.
            Ella no mostró ni una sola mueca en su cara. Seria y concentrada. Una fiera con las piernas ligeramente flexionadas para dar su salto de caza. Aparentemente no parecía traer ninguna arma, pero con este tipo de mujeres nunca se sabe. Bajé un escalón y ella miró bruscamente a una de las ventanas del museo. Su expresión de sorpresa me alertó. Algo estaba pasando y no me estaba dando cuenta. Miré en la misma dirección y vi una luz que parecía moverse tras esa ventana. Alguien más había en ese museo y mientras nosotros nos disponíamos a descuartizarnos esa otra persona se iba a llevar el medallón.
            Me di la vuelta y de una patada eché la puerta abajo. Entré a toda prisa y la alarma comenzó a sonar. Subí las escaleras que me llevarían a la segunda planta. Miré hacia atrás, casi instintivamente, y vi que la valkiria me seguía casi pisándome los talones. Tenía que llegar antes que ella y conseguir el medallón. Conseguí ponerme uno de los guantes, sería suficiente para acabar con la morena. Lancé mis hilos hacia atrás y ella saltó pasando entre ellos con una delicadeza y perfección en el aire, al igual que una mariposa volando en la maleza. Me había impresionado pero no tenía tiempo para seguir con un segundo ataque. Escuché unos cristales rotos y al llegar a la sala de exposiciones. Eché en falta algo en una vitrina rota. Supuse que lo que faltaba en esa vitrina era el medallón que tanto parecía importar a todo el mundo. Miré al suelo y vi unas gotas de sangre. Aquel ladrón se había cortado y había dejado un valioso rastro para alcanzarlo.
            Sentí un fuerte golpe en la espalda y caí al suelo, no ante sin darme en la frente contra la vitrina rota e hincarme un cristal en la mejilla. Me puse en pie y miré a la valkiria que se había puesto en guardia. Intenté coge mi otro guante, que estaba en el bolsillo de atrás, pero no estaba allí. Ella lo sostenía en su mano y lo  lanzó por la ventana. ¡La ventana! Por allí se había escapado el ladrón. Aun podía alcanzarla.
            Salté por la ventana pero no tuve tiempo de salir fuera del museo. La valkiria me cogió de la chaqueta y me volvió a meter dentro. Caí al suelo de nuevo y estaba vez estuve recibiendo mil y un puñetazo de ella. No sentía dolor pero tampoco podía soltarme, aquella zorra tenía mucha fuerza. Así que para escaparme tenía que derribarla o matarla, lo que antes suceda. Con una mano le agarré del cuello. Con la rodilla le empujé hacia delante y rodamos. Ahora era yo el que estaba sobre ella. La valkiria gritaba enfurecida, estaba seguro que nunca ante se le habían puesto encima un hombre como yo. Sin soltarle del cuello le besé y eso le enfureció aún más. Luego me escupió en la cara. Yo reía por haber conseguido enfurecerla. Ahora ella estaba cegada por su ira y no sabría reaccionar como lo haría de costumbre. Esa estrategia casi siempre me servía con las mujeres. Había dejado de darme puñetazos y ahora me daba con la mano abierta en la cara. Ha decir verdad no sé qué es lo que más me molestaba.
            - Escucha- Dije para que dejara de golpearme. – otra persona ha salido por la ventana y se ha llevado el medallón. Yo voy a ir tras el ladrón. No tengo tiempo para juegos de gatas.
            - Está bien. Pero no creas que te quedarás el medallón. ¡Demonio!
            - Me llamas demonio como si fuera un insulto. Dime tu nombre.
            - Nunca te daré mi nombre. ¡Suéltame despreciable!
            Desde la calle se escuchaba las sirenas de policía. Si no salía de allí estaba perdido. No estaba hecho para estar entre rejas.
            - Escucha preciosa, si no salimos de aquí nos meterán en prisión. Creo que deberíamos posponer nuestro encuentro.
            - Eso es lo que te has creído, tú no vas a ningún lado. – la valkiria sujetó mi mano de su garganta, pasó su pierna encima de mis brazos y me volvió a tirar al suelo. Pero estaba vez me tenía sujeto por un brazo a punto de partirme el codo si intentaba moverme. Sabía que me podría curar casi enseguida e una fractura de hueso, pero no soportaba el dolor.
            Los policías entraron en la sala y nosotros seguíamos allí tirados en el suelo. Gritaban que pusiéramos las manos donde ellos la pudieran ver pero para mi sorpresa la valkiria tenía un As en la manga.
            - Detenedlo, soy la detective Laura del Cuerpo Especial de Crimen Organizado.- enseñó su placa que estaba puesta en el cinturón.

            Estaba jodido. Un demonio en la cárcel esta una vergüenza para toda mi especie. Sería el hazmerreír de todo ellos. Pero por suerte yo era uno de los mejores demonios que han existido y existirán. En cuanto entre en el coche me cargo a los polis y me largo de este estúpido país. Que le den a la valkiria y al medallón, a mi padre y a todo el mundo que quiera saber de mí.    

2 comentarios:

  1. Es genial, parece sacado de una serie americana. Me recordaba a "Sobrenatural" :P

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  2. Parece que lo estaba viendo en ese mismo momento. Escapará, y... ¿A dónde irá? :D

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