Un Extraño Interrogatorio
(Quinta entrega de Balam)
- Vamos, Suéltame, todo el mundo sabe que saldré
libre.- Dije con la intención de persuadirle.
Ella
me miró como si quisiera hacerme una radiografía solo con sus ojos. Esposado en
la mesa de interrogatorios la poli-valkiria sólo me observara sin hacer una
sola pregunta. Si su intención era ponerme nervioso, lo estaba consiguiendo. No
sabía que es lo que pretendía dejándome atado en la mesa y sin hacerme una sola
pregunta. Había visto demasiadas películas de policías y en todas había una
escena de preguntas trampas para sacar información al prisionero.
- ¿Qué es lo que hacías en el
museo?- Estaría de broma. Ella sabía perfectamente que es lo que hacía en el
museo. Pretendía llevarme el medallón pero alguien se me adelantó.
- No diré nada sin la presencia de
mi abogado. – Contesté pareciendo que sabía lo que decía. Yo nunca tuve abogado
y no lo necesité jamás pero creo que sería el momento de contratar a uno de
ellos. La valkiria me miró y abrió una carpeta de cartón y comenzó a leer.
- ¿Qué es eso?
- todos tus antecedentes. Tienes
muchos sabes.
- No sabía que tenía de eso. Contesté
impresionado.
- Robo de coches, estafa, secuestro,
robo con violencia y eso es sólo en Estados Unidos. ¿Sabes? Allí matan a los
delincuentes como tú.
- ¿Pretendes meterme miedo? Quiero
llamar a mi abogado.- Seguí con el cuento de la ley.
Ese momento llamaron a la puerta y
entró mi abogado. Mejor dicho mi abogada. Era la chica que conocí en el bar. Aquella
de gafas que me contrató para matar a la valkiria. Estaba preciosa. Los alójenos
mostraba su piel oscura con un toque azul. El pelo recogido con una goma negra
y los ojos pintados insinuando unos rasgos asiáticos sin necesitarlos.
- Buenas noches. Soy Bett Lowing,
Abogada del señor don Ernesto Martinez. – No entendía nada. ¿Por qué me llamaría
de esa forma tan humana? Bueno a decir verdad si eso conseguía salir de aquí.
- Ernesto…- la Valkiria no era tonta
y no se creía nada de lo que mi “abogada” había dicho incluso yo dudaba de que
fuera abogada. – Tenemos a su cliente detenido por estar en la lista de busca y
captura de todos los países colaboradores con la Unión Europea. Lo siento
abogada pero no tiene nada que hacer aquí. – Alardeó de seguridad.
La listilla de las gafas abrió su
maletín, la policía no podía ver su contenido pero yo lo vi perfectamente. Cogió
un pequeño mando negro y apretó el único botón. La luz verde de la cámara de
vídeo, que estaba grabando todo el interrogatorio y estaba activada, cambió a
rojo. Estaba preparando el terreno para que nada de lo que sucediera allí
dentro saliera a la luz. después volvió a meter la mano en el maletín y sacó
una pistola. La valkiria se echó atrás nada ver el arma. Sacó su arma pero no dio
tiempo a prepararse para disparar. La abogada ya la apuntaba en el pecho y a esa
distancia dudaba que fallara.
- Siempre me negué a que alguien
como este idiota fuera el adecuado para esta misión. Matar a una valkiria y
recuperar el medallón. ¿Tan difícil es? – Ella miraba a la poli pero creo que
sus palabras estaban dirigidas a mí. No me gustaba nada que una chica como ella
pierda los nervios tan fácilmente.
- ¿Crees que si me matas vas a poder
salir de aquí? esto está plagado de policías.- amenazó la valkiria.
- Joder, creo que de esta no lo vas
a contar. – Dije burlándome de la poli.
- ¡Cállate! De verdad crees que tu
no tendrás lo que te mereces. Te voy a mandar al puto infierno. – dijo la
abogada.
- No me gusta que digas palabrotas. Así
no vas a tener nada conmigo muñeca. – seguí burlándome de ella. ¿A caso esta
preciosidad no sabía que no puedo morir por unos tiros? Pobre, ella era
preciosa pero creo que le faltaba un poco de experiencia en esto de matar a
demonios.
- ¡Balam, haz algo!- dijo la valkiria.
– no podía creer que me estuviera pidiendo ayuda.
- ¿¡Sabes lo que duele un tiro!? –
Pregunté intentando protegerme de la trayectoria de la pistola.
- ¡Cállate Puta!
- Ya te he dicho que no me gusta que
las mujeres digan palabrotas.- rompí las esposas y comencé a sangrar por las
muñecas. Me levanté y la estampé a mi abogada en la pared. Ella gritaba pero
disfrutaba que lo hiciera. Puse mi boca cerca de la tuya y comprobé el pudor de
la listilla de gafas. Su pistola se disparó
y me dio de lleno en el estómago. ¡Joder! Dolía más de lo que me acordaba. – Tu
alma es mía.- Reclamé. Sus ojos se abrieron de par en par y de ellos salió lo
que deseaba. Su pureza, su luz, no quedaba mucho dentro de ella pero la dejé
hueca como un cascarón. Me alimenté de su alma y me sentía fuerte de nuevo.
La valkiria me miraba sin poder
pronunciar voz. Creo que nunca había visto a un demonio alimentarse.
- ¿Ahora qué?- Pregunté dispuesto a
alimentarme de la policía si no contestaba algo que me agradara.
- Ahora trabajaremos para recuperar el
medallón. ¿Podrás salir de aquí sin ser visto?
Claro que podía salir de aquí sin
ser visto. Me ofendía su pregunta. Era un demonio recién alimentado y además
sabía bien que hacer, aunque nunca me gustó reflejar la apariencia de una
mujer. Los tacones me mataban. Me concentré en mi última vista y al volver mi
mirada en el espejo del interrogatorio, ya tenía su apariencia. Ahora sólo
quedaba salir de la comisaría y sin que la altura de los tacones me traicione y
me caiga en mitad de un enjambre de polis resabiados.
“Es curioso cómo puede cambiar el
camino de uno mismo. A veces ese sendero puede ser oscuro y otras lleno de
asquerosa luz. Trabajaré con la valkiria y conseguiré el medallón. Extirparé todos
los enigmas que lo rodea y si mi interesa, me lo quedaré.”
Me encantaría ver a Balam con tacones xD ahí me has matado.
ResponderEliminarMe ha pasado lo mismo, Balam en tacones, buenísimo... "enjambre de polis resabiados" xD
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