miércoles, 15 de octubre de 2014

Una noche en el loft
(cuarta entrega de Balam)



Me encantaba el ventanal de mi loft. Se podía ver casi toda la ciudad y, al igual que en esta noche, las gotas de lluvia se resbalaban por el cristal. Ya sé que las sensaciones de nostalgia no van conmigo. Pero esta lluvia tenía algo que no podía dejar de mirar. La contemplaba como si fuese la cosa más excepcional del mundo. Diminutas gotas que uniéndose formaban ríos o lagos.
            - La lluvia es una pasada.
            - Eh…señor. No Sabemos nada de la valquiria.- Dijo Terrik. Uno de los matones que me atacaron estúpidamente la noche anterior. Ellos dos han sido eficaces en reclutar algunos más. Pero todos eran ladrones de almas del primer infierno. Sería un honor para ellos que les llamara demonios, pero no me da la gana.
            Yo no le hice ningún caso, estaba disfrutando de la tormenta que caía en Madrid. Los relámpagos y rayos junto con un viento que intentaban arrancar los arboles del suelo. Un espectáculo en toda regla.
            - Señor… ¿Puede oírme?- Escuché un par de pasos que me advertía que Terrik se acercaba cada vez más a mí. – ¡Por las putas de Babilonia! ¿Se lo ha tomado todo?- se refería a la droga que me habían dejado como muestra de gratitud. Aquella mierda me estaba dando tal pelotazo que sentía como me fundían las pocas neuronas que me quedaban.
            - Tranquilo. No me va a matar.- me incorporé en el sillón e intenté mantener mi mirada pegada a su cara. - ¿Qué es tan importante para que me distraigas?
            - La valquiria es como un fantasma. Todo el mundo ha oído hablar de ella pero nadie la ha visto.
            - Pues entonces sigue buscando. Vete.- le dije volviendo a mi posición fetal en el sofá. –y cuando salgas asegúrate de que nadie me molesta, al menos, hasta que se me pase esto.
            Al fin estaba solo de nuevo. Podía relajarme admirando mi paranoia. El frío comenzó a helarme los huesos y había un extraño olor a naftalina rancia que lo infectaba todo. Era como si la noche se hubiera oscurecido aún más. Como si la luz fuera absorbida por algo. No. Esto no era por estar colocado. Esto significaba que tenía visita. Me asomé por encima del respaldo del sillón y lo vi. Me miraba fijamente con esos ojos del color de la sangre. Su pelo engominado y traje negro. Siempre ha creído que por llevar ese tipo de vestimenta parece más elegante. Pero como yo siempre digo, si el demonio se viste de seda…
            - Papá…que alegría al verte.- mentí.- ¿Por qué no nos has llamado? Podría haberte dicho que no estaba en la ciudad y que podrías irte a tomar por el culo.- mi tono iba subiendo a medida que hablaba. Odiaba a esa persona más que a nadie en el mundo.
            - Olvida el pasado.- supongo que lo dijo para que le escuchara. Me extrañó que no me contestara a mis insultos.- Hay cosas más importantes en las que pensar.
            -Suponía que no venías de visita. ¿Por qué piensas que me importan tus cosas? Yo tengo mis trabajos y me va muy bien. Gracias, pero no me interesa. – mientras veía como sus ojos se le estaban a punto de salir de sus cuencas por controlarse, yo metía la mano entre los cojines y buscaba lago para poder defenderme. Siempre escondía algún tipo de armas dentro de los muebles y el sofá no iba a ser menos. Encontré lo que buscaba y “bingo”. Una Mágnum del 48 suficiente para hacerle unas marcas en la cara a este bastado.
            - ¡Cállate!- sus voz retumbó por toda la casa y el ventanal, mi amado ventanal, se hizo añicos.- encuentra a la valquiria devora su alma y tráeme el medallón. ¿Te ha quedado claro?
            - Valquiria, alma, medallón.- dije en tono aburrido. Intentaba que se marchara como muchas veces había hecho. Dándose por vencido y maldiciendo el día que me engendró. – Para tu información ya hay alguien que me ha contratado para matar a esa valquiria. Debe de tener muchos enemigos si también la busca el rey del séptimo infierno.
            - Me da igual si lo haces por tu trabajo o como si lo haces por placer, pero te aseguro que si no la matas y me traes el medallón, yo mismo te arrastraré al infierno.- Comentó orgulloso de su amenaza. Abrió la puerta del pasillo como si él la necesitara para poder salir.- Estoy seguro que no te gustará volver allí abajo. Te has creado muchos enemigos que esperan ansiosos tu llegada.- se marchó.
            Mi padre siempre había sido un aguafiestas y nunca me había demostrado tener mucho interés en una muerte como esta. Me preguntaba ¿Qué sería lo que se cuece en los bajos infiernos? ¿Por qué esa desesperación para conseguir un medallón? Sabía quién tenía todas las preguntas y debía dar con esa persona. Me levanté y me puse mi cinturón con la pistola. Los guantes en el bolsillo de atrás y sin atarme los cordones de las botas cogí mi chaqueta de cuero. Salí por la puerta y en el pasillo estaba Terrik.
            - Mi señor ¿Dónde va?
            - A cazar una valquiria.
            - ¿Sin camiseta?
            Joder, con el subidón se me había olvidado ponerme una camiseta.
            - Si, no la necesito. – Aun estaba colocado.    

1 comentario:

  1. Vale, el final mola XD Mejor no mezclar demonios y drogas, a menos que merezca la pena verlos sin camiseta ;)

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