lunes, 23 de enero de 2017

 Pasado de…
Johnson





- Tenemos que asumir que estamos arruinados. Todos los caminos son callejones sin salida. - Comentó mi compañero Hamed. Él era uno de los mejores arqueólogos que había conocido, su intuición estaba bien arraigada con la experiencia. Habíamos pasado estos últimos años en la investigación de una civilización pasada que además nadie conocía.
Todo comenzó con unas pinturas encontradas en una cueva en Toulouse. Seres mitad humanos y animales. Ya habíamos visto cosas así y autores libros y conocidos arqueólogos de prestigio, hablaban de esas pinturas como la representación del miedo. Pero ellos no vieron esa cueva. Las pinturas representaban a un mismo ser. Era como una ofrenda o representación de lo que fue. Enfrascados en el descubrimiento de la cámara conseguimos lo que nunca se había conseguido. Habíamos dado con un esqueleto imposible. Su cráneo presentaba cuernos y dientes afilados. No parecía un demonio si no era más bien como representaban las pinturas. Un hombre-toro murió aquí y este ambiente había conservado aun lo que queda de su cuerpo. A ese cuerpo le pusimos de nombre Minos. Un diminutivo de minotauro.
- Necesitamos más tiempo para dar con aquella civilización. No ha podido desaparecer sin más.
- Para necesitar más tiempo necesitamos fondos. ¿Quién te va a dar los fondos necesarios para seguir con tu investigación? Olvídalo por ahora. Vete a casa y duerme un poco.- Sugirió mi amigo y se marchó.
            No sabía qué hacer. Llevaba razón Hamed. ¿Cómo conseguir los fondos necesarios para seguir? Miré las fotos que tenía en el ordenador sobre la cueva de Toulouse. Abrí mi bloc de notas y miré. Todas mis anotaciones eran conjeturas que parecían alejarse de la realidad. Monstruos. Animales inteligentes. ¿Qué fue de ellos? Habíamos encontrado junto al esqueleto de Minos, material nunca antes visto. ¿Quizás sean extraterrestres que vinieron hace miles de años? De ser así ¿Quién los eliminó? No creo que los humanos de la esa época tuviera las tecnologías necesarias para acabar con una invasión alienígena. Mis ideas eran ilógicas para un profesor de New York. Si se enteraran mis colegas del oficio pronto mi prestigio caería en picado y los pocos fondos que conseguimos de la universidad los perderíamos.
            Sonó mi teléfono. El número que reflejaba la pantalla era desconocido. Por las horas que eran no podría ser de la universidad ni de mi hermano. Él solía llamarme desde la base al medio día, sino tenía que hacer ninguna de sus misiones. Descolgué.
            - Diga.
            - Profesor Johnson soy Enuhé. -Me dijo su voz.
            - Y ¿Qué quiere? -No estaba para encuestas telefónicas.
            - Mi equipo y yo estamos interesados en su investigación. Estamos al tanto de todo y sabemos que su departamento no precisa de los fondos necesarios.- No podía creer lo que estaba escuchando. No sabía quiénes eran y parecían estar dispuestos a darme lo que necesitaba. Seguro que es obra de Hamed.
<<Hamed, maldito viejo. ¡Que callado lo tenías!>>
            - ¿Me está proponiendo una subvención?- pregunté para no parecer desesperado.
            - Le estoy proponiendo los fondos que necesite. Seguro que en cuanto comience la excavación necesitará pagar a los trabajadores y formar un equipo de investigación mucho más competente. Diga una cifra y se le ingresará de inmediato.
            - Señora, parece demasiado bueno todo esto. Espero que no se moleste por lo que voy a decir pero no confío en usted.- Una mujer que llama a las doce de la noche y que me ofrece una subvención sin límites. Eso parece más bien a un trato con el diablo.
            - Dicho así… parece que le estoy regalando el dinero. Pero a decir verdad usted se lo está ganando. Solo le pedimos discreción sobre nosotros y cuando consiga lo que busque esperamos ser los primero en ver los resultados. ¿Ahora por qué no mira el dinero que tiene metido en su cuenta?    
            Estaba congelado. No sabía bien qué hacer con tantas sorpresas juntas. ¿Sería verdad lo que me estaba contando? Mientras escuchaba su voz cliqueaba y entré en mi cuenta personal del banco. La cifra que reflejaba parecía una broma. Acababan de ingresarme más de cien millones de dólares. El origen era desconocido. Pero yo sabía que venía de ella. Enuhé.
            - ¿Cómo me pongo en contacto con vosotros? Le pregunté sin dejar de mirar mi cuenta corriente.
            - Solo debes buscar el Zorro dorado. Es nuestro símbolo.- Se calló un momento y desde el auricular se escuchaba como manejaba papeles o algo por el estilo.- En un par de días una de nuestra organización llegará a su despacho. Se llama María. Ella te entregará un sobre con información clave para el desarrollo. Espero que esta relación que ahora hemos formado nos sea de provecho para ambos. Gracias y buenas noches.
            Sería verdad lo que me había contado esta mujer. La conversación era muy extraña. Todo el dinero que me hiciera falta para la investigación y solo me pedía a cambio discreción. Normalmente cuando alguien ofrece un dinero para una investigación quieren una publicidad. Ellos no.
            A los dos días, ya casi se me había olvidado de lo hablado aquella noche, apareció una chica. Tenía el pelo oscuro y a la altura de los hombros. Piel morena y con acento europeo. Se presentó como María ayudante y miembro del Zorro dorado. Fue cuando entendía que esto no era un sueño o una broma. Esta chica se había molestado en venir hasta mí portando un grueso sobre de color marrón. En ese sobre estaba la información que me haría famoso. Quizás tendría la ubicación de la civilización de Minos.
            No cuidé mis modales y deje que mi pasión cogiera inmediatamente el sobre. María sonrió como si supiera mi reacción. Lo abrí con ansias y saque su contenido. Un taco de folios con información, un disco y una tarjeta con el símbolo del Zorro dorado y mi nombre en el reverso. Me senté en mi escritorio y observé esos documentos. Era increíble lo que contenía. Ubicación exacta de las ruinas de una ciudad nunca antes nombrada por libros de historia. Economía de esa ciudad, religiones y sobre todo un sinfín de leyendas de las habilidades de los habitantes de Nivenia. Así parecía llamarse aquella ciudad. Lo tenía todo. Solo tenía que desplazarme hasta allí y comenzar las excavaciones. El descubrimiento de estas ruinas haría cambiar todos los libros de historia y yo sería el nuevo Cristóbal Colón de Nivenia. El premio Novel me esperaría.
            Seguí leyendo y en la última hoja descubrí lo insólito. Parecía que cerca del desierto del Sáhara podría caber la posibilidad de que dos individuos de Nivenia quedasen congelados. Una imagen satélite mostraba temperaturas por debajo a cero. Según este documento seguían allí. Una nota escrita a mano pedía, que las primeras excavaciones de mi investigación tendría que ser el de encontrar estos individuos. Entonces me imaginé con ellos. Si los encontraba, podría ver tal y como eran en realidad. Sus rostros congelados, sus cuerpos y todas sus facetas que nos diferencia de ser un humano a un Niveniano.
            - María, ¿Trabajarás conmigo? Le pregunté.
            - Sí señor.
            - Pues comienza haciendo las maletas, nos vamos al Sáhara.     



TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS POR EL AUTOR, DAVID PRIETO 

1 comentario:

  1. ¡¡¡Pobre Johnson!!! Con lo grande que es su aparición en el libro, pero tan tan breve... Al fin conocemos un poco más a este personaje y comprendemos que ayudara a Cirux y Jaguar sin rechistar. ¡Resulta que estaba compinchado con la princesa! Genial relato :)

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