Cuenta
la leyenda,
Que
en un día de tormenta,
Un
hombre malvado
A
una princesa había apresado.
Cuenta la leyenda,
Que al guerrero formidable
Un envidioso mago,
Había hechizado.
“ Con cada muerte,
Que tu espada segue,
Un trozo de armadura,
Te abandone.”
Ella
apenada y cautiva,
Deseaba
que la puerta no se abra,
Pues
solo ver la sombra del opresor
Su
cuerpo temblaba de terror.
“Mía
serás y mi esposa te convertirás”
Tres soldados en el camino
Le quieren asaltar,
Zigzag su espada voló
Y a los soldados pudo matar.
Dos trozos de armadura,
Se desprendieron al segar,
Tal y como había dicho el mago
Con sus palabras al hechizar.
Pero fueron dos y no tres,
Como debía ser,
Eso quería decir
Que uno se resistía a morir.
Se acercó a él sin miedo.
“¿Quién os manda?
Mi señor de este reino.”
Las
sirvientas llegaron
El
vestido mostraron
Dos
días quedaban para la boda
Si
nadie lo remendaba,
Él conseguirá
lo que soñaba.
Cansado y polvoriento,
A la ciudad del reino llegó,
“una cerveza y una cama,
Para que mañana pueda hacer volar mi espada.”
En el cuarto junto a la oscuridad
Unos ojos pudo vislumbrar,
Alguien lo observaba
Y un arma escuchó sesear.
Un asesino del rey
Lo quiere matar
Sus golpes pudo esquivar,
Sus puños certeros,
A su rival hizo tambalear.
Esto era personal,
Mañana debía acabar.
Las
campanas sonaron,
Tintinearon
el día anunciado.
Plumas
blancas en su cintura
Y
seda cubría su figura.
El
día soñado podría ser
Para
niñas y cualquier mujer
Pero
la princesa mas que una novia
Una
reo parecía en aquel dichoso día.
Cien
soldados custodiaban el lugar.
Y
aquel maldito hombre en el altar.
Palomas
soltaron
Que
sobre ellos volaron
En
el patio de armas
Su
cruel destino se iba a celebrar.
Con el sol a la espalada,
El guerrero entró
En el patio de armas
Rodeado de cien espadas
Su coraje agrandó
Ella vio a su salvador
Y la mano de opresor la sujetó
Uno,
dos y tres con la espada,
Los soldados caían a la vez.
Ahora su cuerpo sin armadura
Sangrara por doquier.
Él sabía que la muerte encontraría,
Desde que aquella noche fría
El mago por crueldad y malicia,
Al guerrero condenó.
Ella
de un tirón
De
la mano del secuestrador.
Se
soltó.
Corrió
escalera abajo,
Y vio
el yermo cuerpo.
Su
sangre tiñó el vestido,
Y
sus ojos se abrieron,
Al
no comprender lo que había visto.
Aquel
hombre sin armadura
Luchó
aunque su muerte era segura.
¿Qué
fue a lo que llevó
A un
hombre actuar con tal valentía?
Y
era no poseer nada que valía.
La
princesa cogió la espada,
Y
dando un corte en la brisa,
Ella
murió con una sonrisa.
Cuenta
la leyenda,
Que
allí en el otro mundo.
Al
fin se conocieron,
Que
un roce y un beso
En
paz quedaron.
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